Todos sabemos, porque lo hemos leído y escuchado infinidad de veces, que el desconocimiento de la ley no nos exime de su cumplimiento. Y esto ocurre tanto en la vida real como en las acciones que realizamos a través de las redes y medios digitales. Además, cuando estamos detrás de una pantalla, hay veces que no pensamos en el impacto que puedan tener nuestras acciones, porque no nos estamos comunicando con una persona, no le estamos contando algo a un amigo, sino que estamos hablando «con el mundo».
Un ciberdelito no sólo es cuestión de ciberdelincuentes, hackers con capucha y ataques de seguridad, cada uno de nosotros también tiene que cuidar lo que hace en la red.
Por ejemplo, cuando difundimos información de otras personas, podemos no ser conscientes de la trascendencia y consecuencias que ello puede llegar a tener, de los daños que se pueden causar a esas personas, en ocasiones de difícil reparación una vez que la información ya está publicada.
Pero no es sólo el impacto que pueda tener sobre personas concretas lo que hacemos, sino que podemos estar cometiendo un delito sin que seamos conscientes de ello.
¿Y qué podemos hacer para evitar cometer un delito?
Algunas recomendaciones muy sencillas, muy de sentido común, pero que a veces todos necesitamos recordar… o ser conscientes de ello.
- No utilices la información personal de terceros en Internet sin su consentimiento.
- Si quieres utilizar información de terceros, debes pedir antes permiso explícito a su titular, y decirle lo que vas a hacer con ella.
- Que hayas obtenido información de otras personas con su consentimiento, por ejemplo, mediante fotografías o vídeos en las que aparecen, no significa que puedas hacer con esos datos lo que quieras.
- Lo que publicas en Internet, como fotografías, vídeos o audios de personas, queda fuera de tu control aunque hayas sido tú quien lo haya publicado
- Todo lo que se publica en Internet deja rastro, no es nunca anónimo. No cometas el error de pensar que no se puede saber quién lo ha publicado.
- La información que damos de nosotros mismos y la que las demás personas dan de nosotros creará nuestra identidad digital, que muchos otros consultarán para saber quienes somos.
- Lo que te puede parecer una broma, o que en persona es fácil que lo sea, puede acabar siendo un delito en Internet. Eso significa que tiene una pena asociada que imponen los Tribunales.
- Los delitos cibernéticos pueden suponer penas de cárcel y, en todo caso, constan como antecedentes penales.
- En el caso de que no sea delito, hay que tener en cuenta que se puede cometer una infracción a la normativa de protección de datos, también sancionable.
Puede que parezca exagerado, pero la realidad nos demuestra que es necesaria una normativa que nos proteja de situaciones que, de otro modo, pueden escapar de nuestro control.
Al final, es cuestión de sentido común y de aplicar, también en internet, lo que siempre nos han dicho nuestros mayores: Trata a los demás como querrías que te tratasen a ti.